sábado, 12 de noviembre de 2011

Huellas de un Siglo: Malvinas, la guerra que nos contaron. 8 de 22. 2010













Las consecuencias de la Guerra de las Malvinas fueron políticas, militares y sociales. La Guerra de las Malvinas fue el primer conflicto aeronaval moderno en que se enfrentaron armas de alta tecnología. Fue un enfrentamiento entre dos naciones occidentales, aliadas de Estados Unidos en la Guerra Fría que se libraba por aquel entonces. Se violaron tratados, se cometieron excesos, hubo guerras secretas paralelas. La Guerra de las Malvinas tuvo consecuencias.

La Guerra de las Malvinas reveló que en entornos costeros, la guerra aeronaval no había variado gran cosa desde la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de buques hundidos se perdieron a manos de aviones realizando «pasadas» con bombas, cohetes y cañones. Esto condujo a la implementación de poderosos medios de defensa terminal antiaérea en los buques de las siguientes décadas.
El misil ya era un arma apreciada en 1982, pero a partir de ese momento adquirió una relevancia enorme tanto en sus variantes aéreas como de superficie. En particular, la letal eficacia demostrada por los Exocet en lucha antibuque como la demostrada por los Sidewinder en combate aéreo influyó decisivamente en la mentalidad militar mundial. Todos los buques de guerra posteriores a 1982 llevan algún tipo de defensa antimisil, aunque ésta nunca se haya demostrado demasiado efectiva.
Se puso en evidencia que el concepto de «proyección de fuerza» era especialmente válido, pues pueden producirse conflictos imprevistos que no se libren en las inmediaciones del propio territorio o países aliados.
Quedó nítidamente demostrada la eficacia de los submarinos modernos a la hora de contener a una flota enemiga. La carencia de submarinos modernos por parte de Argentina y su disponibilidad por parte del Reino Unido fue decisiva para otorgar a este último el dominio del mar.
La vulnerabilidad de los buques británicos frente a los ataques aéreos por parte de la aviación argentina resultaron en una dura enseñanza no solo para el Reino Unido, sino para casi todas las fuerzas navales del mundo, que vieron la necesidad de modernizar los radares y las defensas misilísticas de sus buques con nuevas protecciones como el sistema de defensa en zona.1
Se demostró que aviones de caza modernos subsónicos pero con electrónica de punta (medidas, contramedidas electrónicas y misiles aire-aire) y pilotos bien preparados (Harrier británicos) eran superiores sobre aviones de caza supersónicos de alta velocidad pero con una electrónica más antigua y misiles de primera generación Matra 530 y Magic I (Mirage argentinos).
El conflicto dejó a las Fuerzas Armadas de Argentina completamente debilitadas tanto en sus equipos, como en el personal y en su moral. Perdió supremacía en la región y con una desprestigiada cúpula militar, las inversiones y gastos militares fueron anulados hasta el presente, ya que los sucesivos gobiernos fijaron como política de estado no tener hipótesis de conflictos y resolver todo por vía diplomática.
Quedó establecido que la superioridad de entrenamiento de los recursos humanos es decisiva para la victoria. Fue el principio del fin de los ejércitos de recluta obligatoria, un proceso de desaparición aún en curso, y el disparadero de los ejércitos profesionales de voluntarios altamente especializados. Dicho en otras palabras: se pudo comprobar que era mucho más efectivo contratar tropas profesionales como hizo Gran Bretaña, que mantener un ejército regular sobre la base de reclutas de un servicio militar obligatorio.
Port Stanley (Puerto Argentino) en 2003. Catedral de la Iglesia de Cristo.
Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección.

La derrota argentina en la guerra impidió la invasión a Chile que había planeado Galtieri y la marina de guerra tras una exitosa campaña en las Malvinas/Falklands. En una entrevista con la revista Perfil, el entonces Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, Basilio Lami Dozo, dio a conocer las intenciones de Galtieri: “Que [los chilenos] saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos”. También Oscar Camilión, el último ministro de Relaciones Exteriores de Argentina antes de la guerra (29 marzo 1981 al 11 diciembre 1981), en sus "Memorias Políticas", confirmó el plan argentino de invasión: «Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada…». Algunos sectores de la opinión pública argentina ya anunciaban abiertamente en los medios la próxima invasión a Chile, como el periodista Manfred Schönfeld en el periódico "La Prensa" del 2 de junio de 1982: «Para nosotros no lo estará [terminada la guerra], porque, inmediatamente después de barrido el enemigo de las Malvinas, debe serlo de las Georgias, Sandwich del Sur y de todos los demás archipiélagos australes argentinos,...». Estos planes, de larga data, son ampliamente conocidos con excepción de Argentina, donde no son aún reconocidos por la dirigencia política, mas aún se queja públicamente de la falta de apoyo de Chile. Posteriormente fue posible la firma del tratado de 1984 con Chile
La guerra empeoró aún más la situación económica argentina y significó un severo golpe para la moral del país, del que tardaría mucho en recuperarse. Leopoldo Galtieri cayó en desgracia y tuvo que renunciar a la presidencia a los tres días de la derrota, siendo sustituido por Alfredo Oscar Saint-Jean, que a su vez fue suplantado dos semanas después por Reynaldo Bignone. Pero la Junta Militar estaba herida de muerte. Un año y medio después el último militar entregaba el poder a Raúl Ricardo Alfonsín, primer presidente elegido democráticamente desde el golpe de Estado de 1976.
El sector de la sociedad que antes se había girado siempre a los militares para que «enderezaran» las cosas cuando éstas iban mal, comenzó a pensar que éstos carecían en realidad de habilidades políticas, con lo que la mentalidad golpista fue disolviéndose en Argentina durante los siguientes años.
En el Reino Unido, la victoria sacó al gobierno de Margaret Thatcher del agujero en que se encontraba por sus duras políticas sociales de corte neoliberal y ganó las elecciones de 1982 con la más amplia mayoría que había tenido un candidato desde 1935. Esto le permitió afrontar con mucha fuerza todos los conflictos con amplias capas de la población derivados de las políticas mencionadas que se produjeron en los años subsiguientes y seguir en el poder hasta 1990.


"Qué pasó con el chocolate que le envié a un soldado". Detalle de la portada de una revista Gente de 1982: Investigación sobre el destino incierto de las donaciones argentinas al Fondo Patriótico.
La Guerra de las Malvinas significó el final, en la práctica, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), pues el más poderoso de sus componentes, Estados Unidos, decidió deshonrarlo de facto para aliarse con la otra parte en el conflicto. También significó un fracaso para la ONU y para la diplomacia de numerosas naciones.
Por el contrario, la Guerra de las Malvinas reforzó la «relación especial» entre Estados Unidos y el Reino Unido, dando lugar a un atlantismo extremo que en tiempos recientes ha significado profundas divisiones en el proceso de construcción de la Unión Europea. No obstante, Estados Unidos votó en noviembre de 1982 a favor de una resolución de Naciones Unidas instando a las partes a renegociar el conflicto. Por su parte, el resto de los países de la Unión Europea levantó las sanciones a Argentina en cuanto la guerra hubo terminado.
En la actualidad, las relaciones entre Argentina y el Reino Unido pueden calificarse de regulares. Hay un «paréntesis de silencio» sobre la cuestión malvinense. En 1985 Londres concedió a los habitantes el derecho a la autodeterminación; teniendo en cuenta que éstos son y se sienten británicos en su inmensa mayoría, no parece que signifique gran cosa. En 1990 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos países. En 1999 desapareció del aeropuerto de Buenos Aires el cartel «Las Malvinas son nuestras». En 2001, el Primer Ministro británico Tony Blair visitó oficialmente Argentina. Los archipiélagos siguen en las mismas manos que estaban el día anterior al inicio del conflicto. Las relaciones bilaterales son igualmente cordiales, aunque los sucesivos gobiernos argentinos desde la guerra no cedieron jamás en su reclamo.

Usualmente los gobiernos suelen mantener secretas durante 25 ó 30 años ciertas informaciones delicadas para la opinión pública. En el caso de las informaciones clasificadas en manos de la corona británica acerca de la Guerra de las Malvinas, una vez finalizado el conflicto, «el gobierno de ese país decretó que su publicación sólo podrá realizarse en el año 2082».[cita requerida]
En el año 2005, en el programa Informe Especial9 salió a luz el apoyo que Chile le prestó al Reino Unido. Uno de los miembros de la Junta Militar de Chile, el General Fernando Matthei, afirmó que Chile apoyó al Reino Unido. Aviones británicos con insignias chilenas sobrevolaban la Patagonia chilena y usaban bases chilenas como centros de operaciones. Además un gran número de soldados chilenos se trasladaron al sur de Chile a las fronteras, alarmando a Argentina y provocando que tropas argentinas se trasladaran a esa zona. Finalmente se supo que Chile había ayudado al Reino Unido porque en caso de una victoria argentina, el próximo objetivo serían ellos, dado que saldrían fortalecidos de la guerra y volverían a reflotar el conflicto por las islas Nueva, Picton y Lennox (Operación Soberanía), con el cual ambos países estuvieron a pocas horas de una guerra en 1978 10 Según Basilio Lami Dozo, jefe de la Fuerza Aérea Argentina durante la guerra de las Malvinas, el propio Galtieri le comunicó en una reunión que Chile sería el siguiente en la guerra:
“Que [los chilenos] saquen el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos”.
También Oscar Camilión, el último ministro de Relaciones Exteriores de Argentina antes de la guerra (29 marzo 1981 al 11 diciembre 1981), en sus "Memorias Políticas", confirmó el plan argentino de invasión:
«Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada…».
Algunos sectores de la opinión pública argentina ya anunciaban abiertamente en los periódicos la próxima invasión a Chile, como el periodista Manfred Schönfeld en el periódico "La Prensa" del 2 de junio de 1982 (cuando en Argentina la guerra aún se consideraba ganada):
«Para nosotros no lo estará [terminada la guerra], porque, inmediatamente después de barrido el enemigo de las Malvinas, debe serlo de las Georgias, Sandwich del Sur y de todos los demás archipiélagos australes argentinos,...».
Se supo también que Perú, gobernado en esos años por Fernando Belaúnde Terry, no sólo apoyó a Argentina diplomáticamente, sino también militarmente y con acciones de inteligencia, pertrechos militares y medicinas. Además Perú movilizó su flota naval al sur, frontera que comparte con Chile, con el propósito de neutralizar el movimiento militar chileno a la Patagonia. Las fuerzas armadas peruanas estaban listas para entrar en acción si Chile tomaba parte en el conflicto[cita requerida]. Perú fue uno de los pocos aliados de Argentina que la apoyó abiertamente durante el conflicto.

En 2003, el Reino Unido reconoció que su flota durante la Guerra de las Malvinas había contado con cargas de profundidad nucleares, si bien el ministro británico de defensa confirmó que esos navíos no estuvieron próximos de la zona del conflicto. Independientemente, el entonces presidente argentino Néstor Kirchner exigió que el Reino Unido presentara disculpas a la Argentina por "el lamentable y monstruoso acto" de desplegar armas nucleares en sus buques de guerra.
La publicación del libro "Rendez-vous: The Psychoanalysis of Francois Mitterrand”, de Ali Magoudi, psicoanalista de Mitterrand, que salió a luz 10 años después de la muerte del mismo, causó revuelo. En el libro se afirma que Thatcher amenazó con el uso de armas nucleares a menos que Francia cediera al Reino Unido los códigos de los misiles Exocet. Estos misiles los compró Argentina a Francia y fueron utilizados con éxito en el conflicto. Las afirmaciones del libro de Magoudi nunca fueron confirmadas por fuentes oficiales británicas o francesas. Otros informes incluso desmienten la existencia de ese tipo de códigos.

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Según el informe de la comisión militar argentina, soldados británicos mataron a siete soldados heridos y a tres prisioneros de guerra argentinos, a los que obligaron a realizar tareas peligrosas en el campo de batalla. El 1 de junio de 1982, una patrulla de soldados del Regimiento 12 de Infantería fue obligada a realizar tareas peligrosas bajo amenaza de pasar la noche a la intemperie, y durante una explosión murieron tres de sus compañeros. El diario inglés «The Independent» también señaló como responsable de crímenes de guerra contra soldados correntinos y chaqueños a un piloto de helicóptero británico, quien rehusó evacuar a un malherido joven conscripto, quien tiempo después falleció. Los soldados británicos también mataron a cinco soldados argentinos que se replegaban luego de haberse ordenado la rendición, según aseguró Víctor Catá, vicepresidente en 1996 de la Casa del Veterano de Guerra.21
En 2009, ex combatientes de las Malvinas contaron las vejaciones a las que fueron sometidos por parte de 70 oficiales y suboficiales durante el conflicto bélico. El veterano José Martín Araníbar, que apoyó la investigación que llegó a la Justicia, comentó a El Mundo que "esta megacausa contiene todos los delitos: vejámenes, torturas, servidumbre, heridas graves, abandono de persona e incluso dos muertes; la de un soldado que al parecer fue fusilado por un cabo y otro que murió de hambre al ser abandonado". Todas las fuentes militares coinciden que los soldados Roque Evaristo Sánchez y Avelino Nestor Oscar Pegoraro murieron combatiendo heroicamente, mientras que pudieron haber muerto por expresas órdenes de sus jefes, según unas o otras fuentes. También existe polémica por la muerte del soldado Rito Portillo, que murió por fuego amigo según la versión militar, mientras que otros tienden a considerar que se lo fusiló por orden de un cabo. “Nuestros compañeros murieron por las balas… no de hambre y frío”, aseguró Walter Rogido, de la Federación de Veteranos de Malvinas de Corrientes, al hacer referencia –sin nombrarlos– a lo relatado por los testimonios presentados por los ex soldados correntinos que denunciaron muertes por fusilamiento y por inanición de parte de algunos militares argentinos. El veterano César Trejo señaló en una entrevista por radio que la ministra de Defensa, Nilda Garré, estaba "promoviendo una política de Estado confusa". Uno de los impulsores de la investigación, el presidente del Centro de Ex Combatientes de Malvinas (CECIM La Plata), Ernesto Alonso dijo que "A Malvinas no fueron las Fuerzas Armadas del Ejército del general San Martín, sino una banda de asesinos entrenados en reprimir y desaparecer". No todos están de acuerdo con esta afirmación. El ex conscripto Fernando Cangiano mantiene que: "Desde el fin de la guerra se ha pretendido, no sin éxito, urdir una trama discursiva en torno a un supuesto sadismo enfermizo de los oficiales y suboficiales argentinos, en contraposición con la pueril ingenuidad e impotencia de los soldados conscriptos, a quienes se calificó piadosamente de "chicos de la guerra"". Luego de la determinación judicial en noviembre de 2009, que no considera a los estaqueamientos en Malvinas como delitos de lesa humanidad, Mauricio Ramos, Presidente de la Asociación veteranos de guerra continentales, legitimó la decisión argumentando que “no olvidemos que estaban en vigor las leyes del régimen militar que establecían que si uno cometía traición a la Patria, podría ser fusilado”. En diciembre de 2009, después del escándalo que causó la revelación de cómo el Dr. Pablo Andrés Vassel habría conseguido que varios ex combatientes testificaran contra sus oficiales y suboficiales, el Dr. Vassel, quien inició las denuncias de ex combatientes correntinos por vejámenes y torturas en Malvinas, renunció como Subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes.

Durante el año 1982, en plena guerra de Malvinas, muchos soldados en el continente, como marineros en el mar, cumplieron misiones de alto riesgo. Michael Beetham, Jefe del Estado Mayor Aéreo le propuso al gabinete británico atacar al continente argentino con bombarderos argumentando que había muchas bases aéreas importantes entre Trelew y Rio Grande. El portaaviones ARA Veinticinco de Mayo participó en la captura de las islas y a principios de mayo estaba preparándose para un enfrentamiento con la flota británica, que no fue posible por mal tiempo. La Armada Argentina en 1994 informó que tenían derecho a considerarse veteranos de Malvinas a las tripulaciones del Portaaviones 25 de Mayo, los destructores Hércules, Santísima Trinidad, Comodoro Py, Comodoro Segui, Hipólito Bouchard y Piedrabuena, las corbetas Drummond, Guerrico y Granville, los buques Punta Médanos, Cabo San Antonio, Gurruchaga, Somellera, los petroleros Campo Durand, Puerto Rosales y Río Cincel, los transportes Mar del Norte y Córdoba y los submarinos San Luis y Santa Fe. Sin embargo, no se reconoce a los más de 10.000 marineros que participaron en las riesgosas misiones como veteranos. Más de 10.000 soldados que cumplieron misiones custodiando la Patagonia, así como en Tierra del Fuego, tampoco son reconocidos como veteranos y son denunciados como «falsos ex combatientes». No obstante, los primeros argentinos muertos después de la recuperación de las Malvinas, fueron los tripulantes de un helicóptero de Bell UH-1H, muertos posiblemente por el accionar de los comandos británicos al que fueron a interceptar en la zona de Caleta Olivia. Al anochecer del 16 de mayo, un submarino británico intentó dejar comandos en la base de Río Grande, siendo repelido por fuego del destructor ARA Bouchard.
El 20 de mayo, un helicóptero británico Sea King fue baleado al sobrevolar posiciones de los soldados del Regimiento 24 destacados en Santa Cruz y a los días siguientes afirman que se produjo un intercambio de fuego con los infiltrados de la tripulación. El incidente, que desencadenó una de las noches más movidas en Comodoro Rivadavia para las tropas argentinas, se produjo entre la noche del 22 y la madrugada del 23 de mayo de 1982. «Fue una de las alertas rojas más grandes que hubo», recordó Marcelo Díaz, quien integraba el Regimiento de Infantería 1. «A la mañana, ya con la luz del día, se encontraron cuatro o cinco gomones en la costa. Había gente que había desembarcado. A los cinco días se encontraron cuatro o cinco personas que eran ingleses, vestidos de civil, de traje y corbata, con maletines que adentro tenían armas», agregó. A partir del 22 de mayo, la Fuerza Aérea de Chile envía a la base aérea Punta Arenas un escuadrón de 12 cazabombarderos Hawker Hunter (Las Panteras Negras) recién llegados de Gran Bretaña poniendo en alerta a toda la guarnición de Rio Grande. Al día siguiente, en el transcurso de un vuelo de reconocimiento ofensivo fallece, al precipitarse sobre el Golfo de San Jorge, el alférez Mario Luis Valko pilotando un avión IA-58 Pucará. También muere el subteniente Juan Omar Abraham, quien se había internado diez kilómetros al sur de Caleta Olivia con la playa bajante y desapareció. Fue encontrado ahogado, al sur de la ría, el 25 de mayo. El 4 de junio, una sección del Regimiento del Infantería de Montaña , en las cercanías de la frontera chilena, observó a dos hombres a los cuales dio el alto. Los individuos portaban mochilas y al ser advertidos de parar uno se dio a la fuga esgrimiendo un arma y el otro fue capturado. Decía ser un ciudadano con pasaporte neozelandés. Tras su captura las noticias se propagaron rápidamente sobre un turista neozelandés apresado en Río Gallegos y el tipo fue liberado a pesar de las protestas del General de Brigada Oscár Guerrero, jefe de la guarnición Río Gallegos.
Hoy los ex movilizados que pelearon desde el continente exigen ser reconocidos como veteranos de guerra. La esperanza de los ex movilizados se basa en un proyecto de ley presentado por el senador nacional Miguel Ángel Pichetto, que propone reconocer como veteranos a todos los conscriptos movilizados en el sur del continente. “Sería una estafa moral equiparar a los veteranos con los movilizados”, afirmó Ernesto Alonso,40 presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (CECIM).


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