viernes, 16 de julio de 2010

Cosmos By Carl Sagan - Un Viaje Personal - Historias de viajeros





Percival Lowell




Percival Lowell (13 de marzo de 1855 – 12 de noviembre de 1916) fue un rico aficionado a la astronomía convencido de que existían canales de origen artificial en Marte, y fundador del Lowell Observatory en Flagstaff,

Percivall Lowell provenía de una familia adinerada de Boston. Su hermano más joven Abbott Lowell llegó a presidir la Universidad Harvard y su hermana, Amy Lowell fue una conocida poetisa y crítica literaria en la época. Percival Lowell se graduó con distinciones en matemáticas en la Universidad Harvard en 1876. Durante varios años viajó por Extremo Oriente antes de iniciar su carrera como astrónomo a tiempo completo. En 1894 se desplazó a Flagstaff, Arizona, donde construyó un observatorio que permanece activo en nuestros días, el Lowell Observatory. Desde 1902 hasta su muerte fue profesor no residente del Instituto tecnológico de Massachusetts.

Lowell fue en Estados Unidos el principal defensor de la existencia de canales en Marte. Había recogido esa idea de las observaciones y dibujos de Giovanni Schiaparelli, un astrónomo italiano de gran prestigio que había anotado la palabra canali en algunas estructuras alargadas de la superficie del planeta. Lowell se interesó en el tema y pasó varios años observando la superficie de Marte y realizando multitud de dibujos de su superficie. Expuso sus observaciones y teorías en tres libros: Mars (1895), Mars and Its Canals (1906), y Mars As the Abode of Life (1908).
Gran parte de la iconografía popular de los marcianos como extraterrestres prototípicos proviene de las obras de Lowell sobre los canales de Marte y la necesidad de una civilización avanzada capaz de extraer el agua de sus polos y llevarla a las regiones ecuatoriales menos frías. En 1912, cuatro años después de que Lowell publicara sus teorías sobre la vida en Marte, Edgar Rice Burroughs comenzaría una serie de novelas de ciencia ficción sobre los habitantes de Marte. A medida que Lowell se fue quedando solo como defensor de la idea de canales marcianos su prestigio científico, bien establecido anteriormente, se fue hundiendo poco a poco; finalmente incluso Lowell tuvo que rendirse a la evidencia.

La mayor contribución de Lowell a las ciencias planetarias llegaron en sus últimos 8 años de vida en los que, deseoso de redimir su imagen pública como astrónomo, se dedicó a la búsqueda del Planeta X, un hipotético planeta más allá de la órbita de Neptuno. La búsqueda continuó incluso varios años después de su muerte. Finalmente, en 1930 el nuevo planeta fue descubierto por Clyde Tombaugh, un astrónomo del Observatorio Lowell. El planeta se denominó Plutón, un nombre que tenía reminiscencias mitológicas y cuyas primeras letras, "PL", representaban a Percival Lowell.
Hay que destacar que la búsqueda de un planeta más allá de Neptuno provenía de las dificultades en ajustar la órbita del planeta, lo que sugería atribuir las perturbaciones gravitatorias a un planeta exterior. Tal era el método por el que se había descubierto Neptuno, a través de sus perturbaciones sobre la órbita de Urano. Sin embargo Plutón es demasiado pequeño para tener ninguna influencia sobre la órbita de Neptuno. Finalmente el problema con el ajuste de la órbita de Neptuno resultó ser que su trayectoria no había sido bien determinada al contar con observaciones de una parte muy pequeña de su periodo orbital anual de 165 años.

Orson Welles



El 30 de octubre de 1938 , Orson Welles (1915-1985) y el Teatro Mercurio, bajo el sello de la CBS, adaptaron el clásico La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción de H.G. Wells, a un guión de radio.
La historia es una adaptación del libro. Los hechos se relataron en forma de noticiario, narrando la caída de meteoritos que posteriormente corresponderían a los contenedores de naves marcianas que derrotarían a las fuerzas norteamericanas usando una especie de "rayo de calor" y gases venenosos. La introducción del programa explicaba que se trataba de una dramatización de la obra de H. G. Wells; en el minuto 40:30 aproximadamente aparecía el segundo mensaje aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles, quince minutos después de la alarma general del país, que llegó a pensar que estaba siendo invadido.
Orson Welles había adquirido cierto prestigio dramatizando algunas obras como Los Miserables en programas de radio, de modo que en julio de 1938 el Columbia Broadcasting System (CBS) le ofreció realizar un programa semanal en la cadena dramatizando obras. De este modo, Howard Koch, que escribiría más tarde el guion de Casablanca, adaptaba obras como Drácula o El Conde de Montecristo y Welles las interpretaba. En la emisión de La Guerra de los Mundos Welles interpretaba al profesor Pierson, el científico que explicaba lo ocurrido, mientras que también participaba un actor imitando al periodista Carl Philips. La emisión empezaba así: Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7:45P.M. y las 9:20P.M
Inmediatamente pasaban a la banda de música supuestamente desde el Hotel Park Plaza, y periódicamente la interrumpían para informar de la ficticia invasión marciana. Una de las intervenciones del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, Nueva Jersey, era: "Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea..."
Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey (donde supuestamente se habrían originado los informes). La comisaría de policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos. Al día siguiente saltaron protestas exigiendo responsabilidades y una explicación, de modo que el propio Orson Welles pidió perdón por la broma de Halloween, considerada una burla por los oyentes.
La histeria colectiva demostró el poder de los medios de comunicación de masas, y este curioso episodio también catapultó a la cima la carrera de Welles.
El programa duró casi 59 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los gases y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pierson, que describía la muerte de los invasores.
Muchos años después, en 1998 y con motivo del 60º aniversario de la histórica transmisión de La guerra de los mundos, dos emisoras de radio, una en Portugal y otra en México, emularon a Orson Welles transmitiendo de nuevo una versión contemporánea, con los mismos resultados entre los radioyentes, 60 años después como lo cuenta en la nota el periódico El Universal de México. En México, la emisora de radio XEART, la señal 152 en el estado central de Morelos, fue la que transmitió una de las versiones, producida y adaptada por el divulgador científico mexicano Andrés Eloy Martínez Rojas , con gran éxito. El gobierno de México procedió, ante los rumores generados, a una búsqueda exhaustiva de los restos de un supuesto meteorito.
Cabe señalar que Arthur C. Clarke, en su obra 2001: Una odisea en el espacio, escrita en 1966, narra en forma retrospectiva en la novela (ubicada en el año 2001) la realización de dos dramatizaciones más de la historia de H.G.Wells, con lo que de manera casual se cumplió tal profecía, entonces futurista.


Robert Goddard




Robert Hutchings Goddard (Worcester, Massachusetts, 5 de octubre de 1882 – Baltimore, 10 de agosto de 1945) fue uno de los pioneros en el campo de los cohetes. Aunque su trabajo en este campo fue revolucionario, a menudo fue ridiculizado por sus teorías, que estaban muy por delante de su tiempo. Recibió poco reconocimiento durante su vida, pero finalmente sería llamado como uno de los padres de los cohetes espaciales.

Goddard nació en Worcester, Massachusetts. Comenzó a interesarse por el espacio cuando leyó la novela clásica de H. G. Wells, La guerra de los mundos cuando tenía 16 años. Su dedicación por los cohetes se iniciaría el 19 de octubre de 1899. Mientras subía un cerezo para podar sus ramas, imaginó, y más tarde escribió, "qué maravilloso sería construir algún dispositivo que tuviera la posibilidad de ascender a Marte, y cómo parecería en una escala diminuta, si se elevase desde la pradera a mis pies." Durante el resto de su vida consideró el 19 de octubre como el "día del aniversario", una festividad privada.

Fascinado desde niño por la idea de los viajes espaciales, mientras estudiaba en el instituto diseñó los principios de un sistema de transporte en un tubo de vacío donde los vehículos viajarían impulsados gracias a la acción de electroimanes. En 1908, la Universidad Clark de su ciudad natal le permitió instalarse en un pequeño laboratorio, donde Goddard fue el primero en demostrar que el empuje y la propulsión podían tener lugar en el vacío, y posteriormente, en desarrollar un motor de combustible líquido (oxígeno y gasolina) que, en 1926, consiguió elevar brevemente un pequeño cohete. Gracias al apoyo financiero de instituciones como el Smithsonian o el Guggenheim Fund y de personalidades como Charles Lindbergh, Goddard pudo disponer de mayores medios y contar con unas pequeñas instalaciones en Roswell, donde trabajaría incansablemente en una constante búsqueda de mayor velocidad y altura. Desarrolló también la técnica de cohetes de fases múltiples, e ideó el arma contracarro conocida como bazuka.

En 1903, el profesor de matemáticas de educación secundaria Konstantín Tsiolkovsky (1857-1935) publicó Исследование мировых пространств реактивными приборами ("La exploración del espacio cósmico por métodos de reacción"), el primer trabajo científico serio que trataba de vuelos espaciales. La ecuación del cohete de Tsiolskovski —el principio que gobierna la propulsión de cohetes— lleva su nombre en su honor. Su trabajo fue particularmente desconocido fuera de la Unión Soviética, donde inspiró extensas investigaciones, experimentación, y la formación de la Sociedad Cosmonáutica. Su trabajo se volvió a publicar en el 1920 en respuesta al interés ruso sobre el trabajo de Robert Goddard. Entre otras ideas, Tsiolkovsky propuso acertadamente el uso de oxígeno e hidrógeno líquidos como un excelente par propulsor, determinó la estructura que se debía construir y diseñó la forma en que debían estar los cohetes para aumentar la eficiencia de masa y aumentar así radio de alcance.
Los primeros cohetes fueron muy ineficientes debido a la cantidad de energía y calor que era desechada en los gases de escape. Los cohetes modernos nacieron luego, después de haber recibido un subsidio de la Smithsonian Institution, Robert Goddard unió una tobera supersónica (Tobera de Laval) a la cámara de combustión del motor del cohete. Ésa boquilla transformaba el gas caliente de la cámara de combustión a un propulsor de gas hipersónico (jet), aumentando más del doble el empuje y aumentando enormemente la eficiencia.

No te creas todo lo que lees en el periódico. Los periodistas a veces se equivocan. El 13 de enero de 1920 el New York Times, uno de los diarios más prestigiosos del mundo, metió la pata olímpicamente. El artículo culpable hablaba sobre el profesor Robert Goddard, de la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts. Goddard había publicado un artículo técnico titulado “Método para alcancar altitudes extremas” en el que afirmaba que se podía llegar a la luna usando cohetes. El periódico se burlaba de Goddard. ¿Cómo podía impulsarse un cohete en el espacio vacío, si no había atmósfera contra la cual empujar? “Al profesor Goddard”, concluía el artículo del New York Times, “le faltan conocimientos que se imparten diariamente en las secundarias”.

Si te parece bueno el argumento del New York Times visita la página de la tercera ley de Newton.

Pero el que carecía de conocimientos elementales de física era el autor del artículo del periódico. Un cohete no se impulsa empujando contra la atmósfera, sino porque el fuselaje y las partículas de la llama se empujan mutuamente. Unas salen despedidas hacia atrás y el otro hacia delante (la ley de la acción y la reacción en…ejem…acción). No hace falta que haya atmósfera.

Goddard era un científico muy serio y discreto. Este roce con la prensa lo hizo caer en una hosquedad rayana en la misantropía y no volvió a anunciar sus descubrimientos teóricos ni sus experimentos con cohetes.

Goddard se especializó en física. Luego se dedicó a dar clases y llevar a cabo sus investigaciones en la Universidad Clark, donde había obtenido su doctorado. El 16 de marzo de 1926 Goddard salió a un campo abierto con un cohete de tres metros de altura al que llamaba “Nell”. Su asistente encendió la mecha con un soplete. Primero no pasó nada. Luego el cohete salió disparado a cerca de 100 kilómetros por hora, se elevó 12 metros, hizo una curva hacia abajo y se estrelló en un plantío de coles, a 56 metros de distancia. Todo esto se produjo en 2 segundos y medio, pero era el primer vuelo de un vehículo de propulsión a reacción y combustible líquido (un cohete).



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