jueves, 15 de julio de 2010

Cosmos By Carl Sagan - Un Viaje Personal - Blues para un planeta rojo





Edmund Halley




No hay nada misterioso respecto al nombre del cometa Halley. Los cometas se denominan universalmente con el nombre de su descubridor Es el tributo a la paciencia, vigilancia y destreza astronómica que hizo posible el descubrimiento. Y el astrónomo inglés Edrnund Halley (1656-1742) no sólo descubrió su cometa, sino que enseño el modo de descubrir otros cometas.

Indudablemente es la cola lo que distingue al cometa de otros astros, pero también se distinguen por la singularidad de sus apariciones. Las estrellas están siempre en su sitio, fijas en las constelaciones y los planetas se desplazan con movimientos conocidos a lo largo sus trayectorias previstas.

Sin embargo, el cometa va y viene y cuando llega a nuestro cielo aparece en un lugar del cielo anteriormente vacío, extiende su cola, se mueve entre las estrellas y en unos días, semanas o meses pierde su luminosidad y desaparece. Dada la singularidad de su apariencia y comportamiento, en la antigüedad se dudaba que los cometas tuvieran alguna relación con el cielo.

Era más plausible admitir que se movían en la atmósfera superior. Esta noción se apoyaba en los argumentos de Aristóteles pues si el cielo era invariable nada tan aleatorio e irregular como que un cometa podía habitar en él. En sus idas y venidas los cometas se comportaban más como tormentas caprichosas que como planetas puntuales. O también como un terremoto, al que recordaban por su súbita e inesperada llegada. De un modo u otro los cometas podían ser sometidos a estudio y experimentación.

Y de este modo Edmund Halley descubrió el cometa más famoso de todos los tiempos. La historia del descubrimiento se inició con una visita que hizo a Cambridge en 1684. Como es sabido la teoría del sistema solar fue expuesta por Isaac Newton en su libro Mathematical Principies of Natural Philosophy, publicada en 1687. Allí muestra que todos los cuerpos materiales se atraen unos a otros con una fuerza universal que varía en-razón inversa al cuadrado de la distancia que les separa y que los planetas giran alrededor del Sol de acuerdo con las tres leyes de Kepler.

Más específicamente Newton demostró que, según su velocidad, la órbita de todo cuerpo alrededor del Sol corresponde a una de las secciones cónicas, la elipse la parábola o la hipérbola. El Sol permanecía en el foco de la curva y el radio trazado del Sol al planeta barre áreas iguales en tiempos iguales En 1684 Newton tenía ya los gérmenes de estas ideas pero después de su desarrollo, las había dejado sin publicar. Tenía cuarenta años y era Profesor Lucasian de Matemáticas en la Universidad de Cambridge.

Mientras tanto Halley, que vivía en Londres, tenía veintisiete años y era miembro de la Royal Society con una destacada reputación de astrónomo. Era conocido por su catálogo de 360 estrellas del hemisferio Sur, que había preparado a partir de observaciones realizadas en la isla de Santa Helena cuando tenía sólo veintiún años. En agosto de 1684 Halley visitó a Newton en Cambridge y le animó para que explicase a todo el mundo los movimientos de la Luna y de los planetas finalizando así sus famosos Principios. Ante las dificultades económicas de la publicación, Halley pagó los costos del libro de Newton de su propio bolsillo, mientras que el autor que gozaba de una buena posición económica no contribuyó a los gastos. Los años anteriores a la publicación de los Principios fueron ricos en cometas.



Hubo uno en 1677, otro de especial brillo en 1680 y un tercero en 1682. Todos ellos fueron observados cuidadosamente por los astrónomos de la época anotando cada noche sus distancias a estrellas fijas y estableciendo así la dirección relativa en que se movían respecto a la Tierra. Sin embargo, ninguna conclusión definitiva se obtuvo de estas observaciones. De acuerdo con la mecánica de Newton, si un cometa entraba en el sistema solar procedente de una región muy alejada, debería rodear el Sol según una órbita parabólica (a pesar de que Kepler juró que se desplazaban en línea recta) y partir hacia el infinito. Halley, basándose. en este hecho comenzó un estudio general de los cometas a partir de antiguas observaciones y calculando sus órbitas tan exactamente como podía.

Al analizar sus resultados con más .de dos docenas de cometas encontró una serie de coincidencias en los cometas de 1531, 1607 y 1682. Todos ellos tenían en común un nodo ascendente de unos 200 en Tauro, una inclinación orbital de 180 (ángulo que forma el plano orbital del cometa con el plano de la eclíptica), un perihelio próximo a 2~ en Acuario y una distancia perihélica de 58 millones de kilómetros.

Halley calculó estas órbitas como parábolas, pero él sabía perfectamente que en la región próxima al foco, una parábola difería muy poco de una elipse alargada. Llegó a la conclusión de que no se trataba de tres cometas distintos, sino de tres apariciones del mismo cometa que se desplazaban en una órbita muy elíptica con un periodo de setenta y cinco a setenta y seis años. En ese caso el cometa que él había presenciado en Islington en 1682 debería regresar en 1758. Halley murió en 1742, y por tanto, no vivió lo suficiente para comprobar su predicción. (*)

Después de 11 meses de angustiosa espera, el cometa fue visto por vez primera el día de Navidad de 1758 por un campesino alemán llamado Pálizsch y alcanzó el perihelio el 12 de marzo de 1759. El pequeño retraso con respecto a las predicciones de Halley era debido a las perturbaciones producidas por Urano y Neptuno, desconocidos en 1704 y por tanto, no tenidos en cuenta en los cálculos de Halley. Indirectamente, la influencia de estos planetas en el periodo del cometa Halley constituyó uno de los primeros triunfos de la teoría de Newton de la gravitación universal. Por vez primera en la historia de la humanidad un cometa había regresado cuando y donde le esperaban los astrónomos. Era pues razonable pensar que los otros cometas también eran miembros regulares del sistema solar. Halley no descubrió «su cometa en el sentido de ser el primero en verle, ni siquiera en estudiarle.

Para su descubrimiento necesitó apoyarse en las observaciones previas de otros astrónomos como Peter Apiano, Longomontanus y Kepler. Ningún astrónomo pudo observar dos venidas de un cometa de setenta y seis años y pocas personas pueden verle dos veces en su vida. Sus trabajos sobre los cometas están compendiados en la obra Synopsis astronomiae cometicae.

Edmund Halley merece ser recordado por otras actividades y descubrimientos. En 1698 consiguió que el rey Guillermo III le financiara una expedición científica para el estudio del magnetismo terrestre. A bordo de un pequeño buque de guerra, el Paramour, Halley navegó a través del Atlántico durante dos años determinando la declinación magnética en distintos lugares. En el mismo buque investigó las corrientes y mareas del canal de la Mancha. En 1701 publicó sus resultados en forma de líneas de igual declinación que reflejaban el campo magnético terrestre.

Estas líneas que ahora llamamos isogónicas, se denominaron entonces líneas «halleyanas». Con anterioridad (1686) había construido el equivalente de una carta meteorológica utilizando una técnica semejante con "flechas de viento". También descubrió que las auroras boreales estaban conectadas con el magnetismo. Halley ocupó la plaza de Profesor Savilian de Geometría en Oxford en 1703 y tradujo parte del trabajo geométrico de Apolonio del árabe al latín. En 1718 observó que Sirio y otras estrellas habían modificado sus posiciones relativas y llegó a la conclusión de que esto era debido a lo que ahora llamamos «movimientos propios» (Scott Barr, 1985). También ideó un importante método para calcular la distancia al Sol e hizo una carta de los vientos de todo el mundo.

En ciertos aspectos fue pionero de la geófísica, la oceanografía, la meteorología, la cosmología y la astronomía. Sus profundos estudios de hidrología le llevaron a pensar que el diluvio universal narrado por la Biblia no podía proceder de un temporal de lluvias de cuarenta días y propuso a la Royal Society de Londres en 1694 que el diluvio se debió al choque de un cometa contra la Tierra, produciendo un inmenso cráter en lo que hoy es el mar Caspio. El golpe del cometa habría alterado el eje de rotación de la Tierra y conmocionado los océanos, desbordando los continentes y las más altas montañas. A pesar de todo, Halley ha pasado a la historia fundamentalmente por sus predicciones respecto a la aparición del cometa que hoy lleva su nombre.

(*) En 1705 Halley escribía: "Tengo abundantes motivos para creer que el cometa de 1531, observado por Apiano es el mismo que fue descrito en 1607 por Kepler y Longomontanus y que yo he observado personalmente en su aparición de 1682. Con toda confianza puedo predecir que retornará en 1758".



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